miércoles, 18 de julio de 2012

Refuerzo positivo

Todos sabemos (yo desde hace sólo unos meses) que los niños no vienen con manual de instrucciones, ¡y afortunadamente!, porque creo que sería doblemente complicado (¿Os habéis puesto a configurar la TDT?).
Pero debo fallar esta vez a favor de los niños, y es que estos tampoco obtienen manual alguno de papás y mamás.

Cada niño/a que viene a este mundo es un ser nuevo, individual y con sentido propio en su modo de ver la vida.
Bien es cierto que hay que educarles desde muy pequeños para guiarles por el camino adecuado, pero ¡ojo!, no confundamos "camino adecuado" con "mi propio camino".

No hay que descuidar que todos alguna vez hemos sido niños, habremos hecho trastadas similares (o quizá peores), y que también nuestros padres nos educaron y riñeron la mala conducta.

Justo aquí es donde quería llegar:

Un niño pequeño no entiende de buena o mala conducta, tan solo siente el deseo de hacer algo y lo hace, bien sea porque le divierte, o siente que obtiene algo con ello.

Por eso, personalmente, me parece que el llamado -REFUERZO POSITIVO DE LA CONDUCTA- es la mejor opción para enseñar y educar sin necesidad de castigo para el pequeño.

Este método se basa en reforzar la conducta positiva cuando el niño haga las cosas bien y dejar de prestarle atención cuando las haga menos bien. Obviamente, al hacerlo bien, el pequeño obtiene algo a cambio. Esto puede ser algo que le guste o le llame la atención (pegatinas, cromos, minutos extra de ocio...)

De nuevo, ojo al dato. Si no hemos aplicado este método desde el principio y comenzamos a hacerlo cuando el niño pasa de los 3 años de edad, una vez comencemos, el niño pasará por un periodo de extensión máxima. Esto significa que durante unas horas o unos días, el niño mostrará una conducta muy negativa, extremadamente negativa. Estará sin duda echando un pulso con sus padres a ver quien puede más y él, por supuesto, querrá salirse con la suya.

Es precisamente en este instante cuando no se puede ni debe ceder. Si se cede aquí, será igual o peor, volviendo a la situación inicial del proceso, y esta vez se duplicará la complicación, puesto que el niño ya sabe cual es nuestro método a seguir.

Se debe tener ante todo paciencia, pues pasados estos días el niño habrá retenido suficiente y estará además receptivo ante nueva información, nuevas normas y nuevos deberes.

Es muy importante no dejar en ningún caso de premiarle la buena conducta. No tiene por qué ser algo material lo que se obtiene a cambio; el elogio, sobre todo hecho delante de otras personas le proporcionará una conducta de recepción, superación, y de querer hacer las cosas bien.

De nuevo y por último, apuntar que no se debe confundir una mala conducta con una conducta diferente a la nuestra, pues cada nueva vida como dije al principio, es un ser único, individual y perfecto en sí mismo.


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